sábado, 10 de agosto de 2013

Adictiva locura.

Y mira la luna. Tu luna. Mi luna.
Y nunca supiste por qué lo fue.
Y mira esa rosa. La roja.
Y es que una rosa es una rosa.
Y es extraña. Y diferente.
Indiferente.
Y de nuevo amanece. Y de nuevo enloquece.
Y enmudece.
Siento.
Siento, vacío causado por las toneladas que provoca el viento.
Y miento.
Miento si dijera que no oculté, que no soñé,
y que no envenené cada trozo de mi piel.
Lento.
Lento trascurso de vida de papelina
fumada por las colillas.
Viento.
Del viento nacían tus movimientos punzantes por momentos.
Y miento.
De nuevo miento...
Y me quedo.
Quieto.
Vacío inmenso.

*

Y vuela.
Vuela joder, que te esperan.

jueves, 1 de agosto de 2013

La Ventana.

Esa jodida ventana que tantos momentos alberga,
ahora convertidos en recuerdos.
Donde habitaba cada noche la luna.
Y su perfume olvidado.
Su aroma en mi cerebro.
Su piel en mi hálito desganado.
Su luz en mi oscuridad cada vez más tenue.
Un destello del iris servía de abrigo en las noches frías.
Y en las cálidas.
Ahí también estaba.
Un grito enmudecido y un silencio desgarrando tímpanos juveniles.
Hoy esa ventana sigue inmune a la historia jamás contada.
Menos recordada.
Impasible, ignorante.
Sigue ahí, ofreciendo de nuevo la luna y dejando paso al amanecer.
Sin saber qué hacer.
La dulce mirada se fue. Como el sentimiento.
Como tu piel.

Nenúfar.

Y en los nenúfares me aposaré.
Con una pluma, un papel y algo de fumar.
Por cenicero llevo el alma presa, con los últimos ápices del hálito más puro, con el vaho del alba al despertar tras trasnochar.
De morado, de rojo, ¿ qué más dará? Si este daltónico ser ya no sabe de amar.
Esfúmate como el viento de poniente y déjate ver allá en el horizonte, donde no llegue a tocarte, donde el alma no pueda mancillarse.
Y encuéntrame, posado en un nenúfar, fumándome el papel, la pluma y el ayer. 



Tu sed.
Mis ganas de no beber.
Tu perfume.
Mi falta de olfato.
Tu sabor.
Mi amargura.
Tus ganas de irte.
Mis ganas de que te quedes.
El agua.
El aceite.
La miel y la sal. La cal y la arena. Agosto y diciembre.
No.
No, no?

Perdido.

Hablas de mi como aquel pasajero muerto que quedó tras esa cuneta, vestido de rojo al caer la noche. Funesto como aquel recuerdo del alba donde pace sin rencor.
Vivo, mas ahora inerte.
¿quién recordará ahora sus hazañas? ¿ donde perdurarán?
Su lápida jamás llegó a existir. ¿Su vida? Si cesó tras la parada de su latir.
Junto a sus restos encontraron su libro, el cual tomaba por bandera.

Un libro en blanco aun por escribir. Contaba su historia aun invisible a los ojos humanos

Oasis.

Y sabes qué?
Se acabó convirtiendo en un espejismo. En un extraño y codiciado espejismo. Pero al fin y al cabo, solo era eso, únicamente un espejismo que se fue volando con la caída de la primera gota de lluvia.



Y mis estrellas a los ciegos, y mis palabras a los sordos.
Mis latidos a los fúnebres y mis soledades a las multitudes.
Mi ego a nadie. Y mis miedos a las musas.