jueves, 1 de agosto de 2013

La Ventana.

Esa jodida ventana que tantos momentos alberga,
ahora convertidos en recuerdos.
Donde habitaba cada noche la luna.
Y su perfume olvidado.
Su aroma en mi cerebro.
Su piel en mi hálito desganado.
Su luz en mi oscuridad cada vez más tenue.
Un destello del iris servía de abrigo en las noches frías.
Y en las cálidas.
Ahí también estaba.
Un grito enmudecido y un silencio desgarrando tímpanos juveniles.
Hoy esa ventana sigue inmune a la historia jamás contada.
Menos recordada.
Impasible, ignorante.
Sigue ahí, ofreciendo de nuevo la luna y dejando paso al amanecer.
Sin saber qué hacer.
La dulce mirada se fue. Como el sentimiento.
Como tu piel.

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