+¿Llevas el abrigo hija?
-Mamá, voy a salir, no seas pesada, siempre la misma
historia. Si no lo llevo y hace frío, será culpa mía.
+Ahí fuera acechan muchos peligros.
-No va a pasarme nada mamá.
+Aún eres joven y no sabes de la vida.
-Ya lo sé. Quiero conquistar el mundo y aún no he salido del
cascarón.
+Quieres conquistarlo todo y no puedes.
-No mamá, lo que quiero es ser libre y no estar atada a
nada. Quiero disfrutar, volar si es necesario y siento que aún no he roto el
cascarón.
+Pues no lo rompas hija. El cascarón te servirá de escudo,
de protección ahí fuera.
-Pero no quiero llevarlo! Quiero poder correr desnuda sin la
necesidad de llevar nada encima.
+No te apresures, la vida ya se encargará de ir rompiendo tu
cascarón ella sola. ¿Qué necesidad tienes de romperlo tú antes de tiempo?
-Porque pesa mamá. No puedo ir cargada con mi alma y este
escudo que quieres que lleve. Pesa demasiado y yo no tengo fuerza para llevar
ambas cosas. No puedo.
+Pues deberías. Fíjate en las tortugas. Todo el día llevando
su caparazón a cuestas. Ellas les llaman su casa, pero es únicamente un
caparazón. Y nadie las hace daño. No pueden hacerles daño porque no pueden
atravesar ese enorme escudo que tienen. Viven felices. Y tú, vives feliz sin caparazón?
-No quiero ser una tortuga mama, quiero ser la liebre que
danza a su aire por el monte. No se si vivo feliz o no porque reniego del caparazón.
Tengo que enfrentarme a lo que hay ahí fuera.
+Y si te hacen daño? Si rompen tu coraza de cuajo?
-Sufriré. Pero es la vida. La vida no está hecha solamente
para sonreír. Hay baches.
+No has entendido nada. No volveré a preguntarte si llevas o
no el abrigo por si hace frio porque veo que no entiendes que a lo que yo llamo
abrigo, realmente es caparazón. Lo que quiero que lleves es un escudo para que
no te hagan daño.
-Sabes bien que nunca llevo abrigo. Y si ese frio ves que me
ataca, lo pasaré. Pasaré frío y sufriré. No me quedará otra mas que joderme. Buscare
candela junto a las tortugas galápago. Al fin y al cabo son las mas sabias, pues
ninguna de las de su especie vive tantos años.
+Y si no te acogen?
-Mamá, te seré sincera. Hubo un tiempo en el que
acostumbraba a llevar caparazón. Y se rompió. A medida que creía que se hacía
más opaco, más se iba rompiendo. Fui una ilusa. Se rompió. Se hizo añicos. No me
sirvió de nada porque supieron atravesarlo. Llevé el peso del caparazón durante
mucho tiempo y no me sirvió de nada mamá. De nada. Se rompió.
+Y mientras lo llevabas , que pensabas?
-Que era invencible, que me comía el mundo, que nada ni
nadie podía tocarme ni hacerme daño. Y no sirvió.
+Llévate el abrigo esta noche anda.
-Hace una noche cálida. Fíjate en la luna. El cielo está
despejado y la luna brilla. Es mi luna mamá. La tres cuartos. No es luna llena.
Y por eso es la mía. Es mi pequeña luna. Ella me entiende. Nos hemos visto
muchas veces.
+Pero aún no me has contestado hija, ¿eres feliz?
-Me marcho mamá. Llego tarde y mis amigas y la luna me están
esperando. Volveré al amanecer.
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